Las prácticas religiosas que se fueron sucediendo desde la antiguedad más remota diversificaron a los pueblos y dentro de ellos a las ciudades, hasta el punto que ya no se entendía nada respecto a lo correcto y santo.
El Islam surge con el propósito de centrar la atención sobre la verdad respecto al origen y la finalidad del universo, buscando reconciliarse con quien fuera el auténtico Dios. Así, el pueblo árabe lo denominó Allah, y se declaró a sí mismo subordinado a su Dios.
Ese Dios supremo y todopoderoso, sin que el ser humano se dé cuenta, siempre actúa dirigiendo las cosas hacia sus fines.
La consecuencia de las revelaciones recibidas por Mahoma es la fundación de una comunidad que se basa en el reconocimiento del Señorío de la Verdad y la ruptura con la idolatría.
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